Hoy nos vamos de camino al puerto. Os acordáis de eso que pasaba en verano, sí, de eso: se juntaban casi todas las vacas del pueblo y se iban turnando entre los que las llevaban para cuidarlas. Y luego como por arte de magia, al llegar las 9 ellas sabían a que cuadra tenían que regresar.
Eso para los más jóvenes era el reloj que nos indicaba que ya podíamos ir al río a darnos un buen chapuzón, y según la época o la edad, íbamos al canal ( que resulta que está enfrente el Molino de la Aldea) o si no al lado del molino de Cifuentes, antiguamente llamado La Barca, porque era el paso del río hacía Quintanas. Los dos sitios eran fantásticos y además de sofocar nuestro calor en los veranos de los 80(y a otros antes), nos hicieron llenar el disco duro de nuestra memoria de momentos inolvidables. El río en verano era muy dócil y disminuía su caudal, lo que hacía que el agua estuviera relativamente caliente, como la del Cantábrico, vamos. Y ahora sucede todo lo contrario, en verano aumenta su caudal por la regulación de los regadíos, que no es que sea malo, pero esos baños... Bueno: pura nostalgia.
Pero me desvío, que las vacas ya habían pastado, mugido y dado la lata a los que les tocara cuidarlas, y era la hora de volver. En ese banco que aún sigue ahí, si el de la casa de Maura,
siempre había algún jubilado con ganas de cháchara esperando a la "vecera" que así se denominaba a todas las vacas. Y era el momento del reparto.
Y aunque antes he comentado lo mágico del reparto, siempre había alguna ternera que se extraviaba, y era el momento de la búsqueda, podía aparecer en otra cuadra, o sino era hora de echar una mano al vecino, y tirar de San Antonio, que todo ayudaba en esos momentos. Siempre terminaba apareciendo, y era toda una recompensa.
El turno del verano duraba desde junio a septiembre, y después le llegaba el tiempo a las ovejas, que se expandían por el puerto y disfrutaban de las tardes del otoño y de los pastos de las choperas cuando los árboles se iban quedando desnudos. Siempre acompañados de la banda sonora de nuestra naturaleza, el río Esla y los pájaros autóctonos: pardales, pegas, grajos, cucos, abubillas, tordos, pajaritas, carboneros, milanos, azores, gaviluchos, y otros.
Y aunque hoy en día todo haya cambiado tanto, ya casi no hay vacas en Cifuentes, ni ovejas, y la mitad de la gente, y me quedo corto, la vida sigue. El puerto luce un peinado de chopos. Los caminos por los que a él se llega son de concentración y no están llenos de baches, ni de charcos. Y es que era curioso, que hasta en verano había charcos. Decía Fulanito: Menganito debió dejar el agua toda la noche y se la salio y mira cómo está el camino, y le mojó las alpacas de ... Esa era el pan nuestro de antes. Ahora el agua va por su canal, y el regadío es, digamos más ordenado y menos peligroso.
Pero me sigo desviando. Y es que yo quería hablar del camino del puerto, el que salía de la casa de los maestros, pasaba por los antiguos bebedero, que hoy ya no están (qué sentido tendrían, si ya no hay vacas que allí beban) y detrás estaba el antiguo edificio de la fragua, y para errar a las vacas. Pues sí ese camino está cambiando su careta, y en breve las piedras pasarán a ser asfalto, al menos en un tramo. Tendrá sus aceras y seguirá siendo el principio de un bonito paseo.
Porque el Esla, antiguo Astura, sigue siendo uno de los mejores finales para un paseo veraniego o invernal. EL agua siempre te llama, te arrulla con su sonido, te embelesa al verla correr pausada y fría. Te anima a pensar a su lado, a disfrutar de su ribera, de su suave compañía.
Y ahora vais a ir viendo este proceso, pero siempre con la ayuda de mis reporteros por Cifu, claro está. alguno ya se encontrará la sorpresa en verano con todo terminado, pues sólo le quedará que disfrutarlo.
Bueno tampoco me voy a olvidar de una fecha que es muy importante para el calendario refranero: San Blas.Fue el pasado 3 de febrero y ya acompañados de cigüeñas, lo que nos dice que de aquí en adelante el invierno va a dejar de ser tan duro como hasta ahora. a ver si es verdad, que menudos rigores...
Ahí va mi torre y nido de cigüeña favoritos: pues claro, el de la escuela, con el Trinquete a los pies, y mi casa muy cerquita.
Pues esto es todo por hoy, y muchas gracias por los comentarios. Sigo esperando colaboradores activos que escriban del pueblo.