viernes, 10 de abril de 2009

EL VIERNES SANTO EN CIFUENTES

Como todas las cosas tienen un principio, vamos a empezar con lo primero que se hacía tal día como hoy pero hasta hace unos años. Y hoy es Viernes Santo, y estamos en un pueblo medio-castellano, medio-leonés, sobre todo en lo que a tradiciones se refiere (que no se ofenda ningún leonesista).
A eso de las 6: 30 se tocaba para ir al Vía Crucis, al que asistían en el pueblo unas 40 ó 50 personas, que será el total de las que hay hoy en día. A partir de esa hora la iglesia permanecía abierta para “Visitar el Santísimo”. El Santísimo es la representación de la figura de Cristo en la Hostia, y desde el día de Jueves Santo estaba expuesto en el llamado “monumento”, que era como un mini altar separado del Altar habitual. Hay pueblos donde este “monumento era más artístico, pero según nuestras fuentes parece ser que el de Cifuentes se quemó hace 60 ò 70 años.
El actual es una mesa y un sagrario adornado con flores y cortinas como podeis ver en la foto de este año. El traslado del Santísimo se hacía bajo Palio, (esa especie de sombrilla de 4 agarraderos que el día del Corpus se saca en procesión para tapar nuevamente al Santísimo).
Había dos tipos de visitas, una libre, que cada uno podía ir cuando quería, a se arrodillaba, sentaba o lo que creyese oportuno, pero lo que la iglesia recomendaba era el rezo de una Oración llamada “Estación a Jesús Sacramentado” que consistía en 5 padres nuestros y la jaculatoria (menudo palabro) “Viva Jesús Sacramentado y de todos sea amado” después de cada padre nuestro y un padre nuestro por las intenciones del “romano pontífice” ( o sea el Papa).
El otro tipo de visitas eran las organizadas por las “Hijas de María”( esto no era que fueran hijas de María una vecina del pueblo, era una organización Mariana que incluía a todas las mujeres solteras del pueblo), que establecían la guardia por parejas. Ellas en un reclinatorio de rodillas permanecían delante del Santísimo durante el tiempo establecido, aproximadamente media hora, y eso era desde que se abría la iglesia hasta la hora de cierre, sobre las 10 de la noche. Mientras permanecían arrodilladas llevaban puesta una medalla de la Virgen, y con un devocionario para leer en el o rezar jaculatorias.
Por el día se podían organizar varios Vía Crucis, unas veces los mozos y otras veces las mozas, y otras en conjunto. Esto surgía de forma espontánea durante los cuales una persona iba con una cruz en las estaciones de las paredes de la iglesia y dos acompañantes con velas y otro leía las estaciones con acompañamientos de cantores
( 2 ó 3). A esto se unían los que por allí estaban en ese momento.
Después de comer, alrededor de las 3 de la tarde , se hacía un vía crucis por la calle principal del pueblo, donde estaban las cruces de las estaciones, de las cuales aún permanecen muchas de ellas. Este Vía Crucis era un poco atípico, eran versos de la pasión, pero no siempre coincidían con la estación donde se detenían. La gente cantaba el estribillo “Llorad pues, ojos míos, llorad por vuestro amado”. Como reseña histórica del pueblo (aún más) este Vía Crucis anteriormente se realizaba al por el camino que iba a Nava de los Caballeros, al lado del reguero que se llamaba hasta hace poco “Presa del Calvario”, pero que con el paso del tiempo y la pérdida de tradiciones se van olvidando. Este reguero es el que venía de Valdecastro, que es el valle que está antes de Santa Eufemia, el último valle que se origina siguiendo la cuesta antes de llegar a Nava.
Este acto y los demás de relevancia se anunciaban a golpe de “matracos y carracas”, instrumentos de madera, porque desde del “Gloria in Excelsis” (primeras palabras del gloria) de la misa del Jueves Santo hasta el “Gloria in Excelsis” de la misa del Sábado Santo por la noche estaba prohibido tocar las campanas ni las campanillas en la iglesia. Se encargaban los jóvenes del pueblo de tocar por las calles del mismo estos instrumentos anunciando los actos religiosos.
Los “Oficios” eran los actos religiosos más relevantes de la Semana Santa y se celebraban el miércoles, jueves y viernes, cada día al atardecer, es decir a la hora en que dejaba de haber luz, por lo que dentro de la iglesia se hacía la oscuridad total, de no ser por las velas. Estos actos consistían en rezos pero sobre todo eran cantados. Los cánticos se llamaban “Lamentaciones de los Profetas” y se seguían mediante libros en los que estaban las letras y partituras, y que compartían entre varios. Se venían aprendiendo de generación en generación. Había un candelabro con forma de triángulo con tantas velas como oraciones se cantaban (“Lamentaciones”), por lo que al final de cada cántico se apagaba una vela. Cuando se terminaban los cánticos se hacía la oscuridad en la iglesia y comenzaba el ruido atronador de matracos y carracas, que también se utilizaban en este momento de la Semana Santa.
Como anécdota jocosa dentro de estas tradiciones tan tétricas, siempre había un momento para la broma, y ese momento era el ruido y la oscuridad. Mientras las mujeres arrodilladas con sus manteos extendidos por el suelo, algún gracioso aprovechaba el momento para clavar con puntas dichas vestimentas al suelo de madera de la iglesia, y así no se podrían levantar al volver a encender las velas.
Todavía los actos no habían acabado, después de la cena aún había tiempo para un último rosario por la calle, con cruz, faroles y velas, el llamado “Rosario de la Buena Muerte”, que era parecido al estribillo del mismo (“Danos señor buena muerte por tu santísima muerte”). En la capital de nuestra provincia, cuando la cultura no era muy general, a este rosario se le llamaba el “Dainos”, por el principio del estribillo.
Este rosario se celebraba por la calle principal del pueblo al igual que el vía crucis vespertino, y sus paradas obedecían a las cruces situadas en las diferentes casas de los vecinos.
Mi padre, quien me está transmitiendo todas estas tradiciones, recuerda que las cruces se repusieron cuando el tenía 6 ó 7 años allá por mitad de la década de los 40 del pasado siglo, con motivo de unas misiones impartidas por los Jesuitas.
El “Morado” de la Semana Santa. En el comienzo de la cuaresma(40 días antes de la Pascua) se tapaban todos los santos de la iglesia con una tela morado, en señal de penitencia, por el color. Además las vestimentas de los sacerdotes en las celebraciones religiosas dentro la cuaresma también eran de este color, a excepción del Domingo de Ramos. Quizás aquí encontremos el origen de las vestimentas de los cofrades de las actuales procesiones y los colores que son más habituales.

Y por hoy, esto es todo desde Cifuentes, en un día puramente primaveral, con lluvia, sol viento y los pájaros anidando y poniendo sus huevos para próximas crías.

3 comentarios:

Jose Mari de Cifuentes dijo...

Gracias Pablo por esta recopilacion de este dia santo, seria muy bueno ir recuperando todo tipo de tradiciones y ver de recopilarlas en el blog, desde las de Semana Santa, o de la Fiesta etc.etc...hay que sacarles informacion a los mayores del pueblo y poco a poco hacer ese resumen, nos encantaria mucho y tu eres especialista en estas cosas.
Animo
Un saludos a todos los lectores y para ti desde Panamà, donde me encuentro en un autèntico paraiso , un Hotel Isla Bonita que realmente supera lo que pudiera uno soñar para un hotel....al lado del mar, viendo la cola larga de barcos esperando cruzar el canal, y las instalaciones de antologia,todo tìpico de estos paises y climas
Felices Pascuas para todos
Jose Mari

Anónimo dijo...

"Muy bien, Pablo, que aproveches ese archivo viviente y fiable que es tu padre, para reflejar tradicciones ya casi en desuso en torno al calendario litúrgico juliano de la Cuaresma y Semana Santa.
Tal vez el común de la feligresía no comprendiéramos lo que el Sr. Cura Párroco del lugar (llámese Cifuentes o cualesquiera parroquia hispana) como maestro de ceremonia de la litúrgica religiosa y en un alarde de un trabajo mal hecho, por falta de convencimiento o en un exceso de frivolidad hacia uno de los momentos claves de la vida de Jesucristo, como fue su Pasión y Muerte, deviniera en esas anécdotas y chascarrillos a las que aludes. Es una lástima que -propiciado por intereses espurios de la Iglesia- aún hoy sigamos poniendo más atención en las imágenes procesionales y consiguientes anécdotas de aquí o acullá que en el Hecho Conmemorativo en sí de la Redención que su Muerte aportó a la Humanidad.
Pues sabiéndo El de antemano la crueldad y escarnio que la Humanidad (representada por el pueblo judío y sus invasores romanos) le iba a infringir, no renunció a recorrer el camino del Calvario... sino que aceptó voluntariamente tanta ignominia para que desapareciera de entre nosotros el Pecado, o sea se, esos malos rollitos que nos traemos entre nosotros, de creernos si no superiores (y algunos iluminados hasta divinos...) sí diferentes y con derecho matar, torturar, humillar y tantas otras formas de no creer en que nacimos para amar y ser amados y no para jodernos unos a otros...
En fin, ¡no quiero perderme Romerales! pero hoy, ya vencido el Viernes Santo, ha sido para mi un día de profunda reflexión religiosa, aún y sin necesidad de pisar una iglesia con la asiduidad y rutina refleja que la Doctrina Romana nos imponía durante la infancia, generación tras generación.
Y aún en la duda que un agnóstico pueda albergar, LA MUERTE DE CRISTO FUE UNA GRAN PUTADA en las formas pero también una FAENA PROPIA DE UN GRAN DIOS para los creyentes. La clave está en la Fé".

Manuel

José María dijo...

Os acordais de Don Julio, antiguo parroco de cifuentes?, ahora esta adscrito en mi parroquia,. saludos

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